EN UNA COPA DE VINO: LO QUE SE DÁ Y SE NIEGA
EN UNA COPA DE VINO:
LO QUE SE DÁ Y SE NIEGA.
Mis sentidos se excitan
con el aroma del vino tinto,
su contenido y presencia
de polifenoles y taninos,
un olor suave a vainilla,
y lo que del roble tiene,
su acusada nobleza;
cuando
en la memoria del tiempo
persiste la manifiesta gloria en Caná,
la apurada copa de los faraones,
los festines de Cleopatra y Julio César,
la insólita barbarie de Domiciano,
la visita que hizo Baco a Falerno
en su tierra,
y la torpeza que vio Ulises en Polifemo
moviéndose en su cueva;
o
lo que Michel Cassé*
en el Castillo de Beychevelle
al célebre enólogo dijera,
qué:
en su copa de Burdeos
veía los primeros instantes del universo,
los carbonos formando átomos
que formaron la tierra,
las primeras células vivas,
el mundo vegetal y su génesis,
en el mediterráneo
la domesticación de las viñas,
las fiestas y bacanales,
el cuidado milenario alrededor
de las cepas;
cómo también
la historia cósmica y humana
en esa copa de vino llena.
Mirando alto pregunto
porqué las celestiales jerarquías
permitieron que el hombre
vino beba.
Parece pregunta tonta
pero algo hay a la vera.
Tal vez
para el olvido de males sin remedio
que la vida sortea,
para el olvido o rescate
del viaje originario
que el aparente mundo vela,
o por permitirle un pequeño disfrute
de perdidos y amados deleites
que les niega.
( De la Plaquette: Rosario de Nueve Perlas)
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* Michel Cassé, connotado astrónomo francés, quién según Edgar Morin dijo unas brillantes palabras a un afamado enólogo que le preguntó qué veía un astrónomo en una copa de Burdeos. Tomo esas líneas y las parafraseo en mi poesía.
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