EL LEVE VUELO DE LAS MARIPOSAS
VIII
1492, noches de octubre.
Los conquistadores miraban y analizaban
constelaciones, sextantes y astrolabios,
ahítos de espera, y al rompe, sus ojos
y demás sentidos asaltados por asombros insulares,
y las repentinas apariciones de las Catonephele Numili,
Heliconius Melpómene, las Topacio azul, y las
Eusmene Atala, cuando ni siquiera tenían nombre,
y sólo eran parpadeo, alucinación y colores.
Mucha la abundancia y escasas las palabras.
Y aún, muchos años después,
ante tanto trópico, ante tanta efusiva naturaleza,
nunca los Cronistas de Indias supieron
describir el asediante reflujo de lo innombrable.